Saludo a los correctores de estilo por su día (por atrasado). Bueno, en la Casa de la Literatura Peruana se realizó una Mesa donde participaron connotados escritores, redactores y, por supuesto, la genial Luisa Portilla. Debo de reconocer que la tarea del corrector de estilo no es una tarea sencilla en realidad, pues tener que corregir horrores es una faena muy agotadora, y más si nos ponen un plazo corto para terminar.
Cuando seguí un curso de Redacción y otro de Correción de Estilo, me llevé la grata sorpresa que es complicado ser corrector de estilo (o gramatical, como dicen algunos) pues requiere una concentración total, conocimiento de la grámatica normativa y un bagaje cultural único.
Las intervenciones en esta Mesa estuvieron a cargo de Oswaldo Reynoso (moderador), Enrique Planas, Aníbal Paredes, Luisa Portilla y Julio Heredia.
Enrique Planas, narrador de novelas y encargado de la sección cultural de El Comercio trató un tema muy interesante sobre el conflicto clásico entre los redactores y correctores de estilo. Es usual que se crean los capos de la pluma y que no necesitan que los corrijan (a los redactores) tengan tener la razón, pero son criticados por los correctores de estilo por la falta de cuidado y tino en su redacción; dice Planas ejemplificando lo que diría un corrector de estilo a un redactor: "el redactor tiene todo el tiempo para escribir y hace sólo ripio". Algo que me llamó la atención es cuando Planas comentó lo que nuestro Nobel, Vargas Llosa, cree que es vital para lograr el famoso y mentado "poder de la persuasión" cuando se escribe, esto es, el conjunto integrado de la técnica y el estilo. El estilo se logra en el enfrentamiento del autor con las palabras. Según Planas al corrector de estilo le falta sensibilidad a la hora de corregir, es decir, le falta conocer la intencionalidad artística que busca el que redacta. En eso estoy totalmente de acuerdo. Y para acabar con su intervención, me quedó algo en la mente que quizá nunca se me va a olvidar "cuando cometemos errores al escribir un libro, son errores que duran toda la vida"
Por su parte, Aníbal Paredes, representante de la Editorial San Marcos, señaló algo que es obviamente relativo "el autor es un mal corrector", pero bueno es una idea muy generalizada que tardará tiempo en discusiones. Lo que sí me parece un error en lo que dijo es que se cree que consultar (el redactor o el autor) a un lingüista para la corrección no basta. Creo que el lingüista (el bien preparado, claro está) puede fácilmente corregir un texto. Lo que si me pareció un acierto es mencionar que en otros países como España y en Argentina, se sigue la carrera de Edición, cosa realmente para imitar aquí en el Perú, donde la demanda de la industria editorial está aún en pañales. Otro acierto es que haya no sólo correctores ortotipográficos, sino correctores de contenido que son intermediarios entre el corrector y el redactor.
En este video Luisa Portilla trata sobre algunas cuestiones, o mejor horrores (!) de los Diccionarios de la Real Academia de la Lengua Española
Luego el periodista Julio Heredia, mencionó la importancia de conocimiento enciclopédico (cultural) para la corrección que ya comenté arriba. Lo rescatable de este participante es la mención que hace sobre la dificultad que nos puede traer el empleo del diccionario en la corrección de textos. Pero tal como dijo Luisa Portilla: "el que algo (una palabra) no esté en el diccionario, no es límite para su empleo".